“Cuando me tocan la vagina, me pongo en tensión; tengo miedo a que me hagan daño, sensación de que no puede penetrar nada, ni el dedo siquiera. Intenté introducir un tampón y no pude”. Este es un relato habitual en el 2-3% de mujeres que demandan ayuda a profesionales de la sexología debido a su incapacidad para mantener relaciones sexuales.
Vaginismo: Incapacidad para la penetración
El vaginismo se define como “la dificultad persistente o recurrente de la mujer para permitir la entrada vaginal del pene, de un dedo y/o de cualquier otro objeto a pesar de su deseo expreso de hacerlo”. Este sería el caso de la paciente comentada al principio de este artículo.
Es propio de este trastorno sexual femenino el acompañamiento de evitación (por miedo), contracción involuntaria del músculo pélvico y anticipación de la experiencia de dolor. Por todo ello, el vaginismo, suele impedir la entrada completa del pene en la vagina; la paciente siente como si se le “cerrase” literalmente la vagina.
No todos los casos de vaginismo son iguales
A pesar de las diferencias particulares de cada mujer, el vaginismo se puede clasificar según la intensidad de afectación, donde encontraríamos:
Leve: la mujer afectada puede disfrutar de unas relaciones sexuales plenas, a excepción de su incapacidad para ser penetrada. En este caso, es posible la penetración anal y la introducción de un dedo en la vagina.
Moderado: no es posible introducir ni un dedo, no obstante, la mujer siente placer durante el juego erótico.
Grave: junto a la incapacidad de penetración se presenta rechazo al sexo y evitación.
Muy grave: se caracteriza por una intensa sensación de miedo cuando se prevé una posible relación sexual. Esta última categoría suele asociarse a un trastorno de la excitabilidad y/o aversión sexual.
Dispareunia: ¿Es lo mismo el dolor que la contracción?
La dispareunia en ocasiones puede confundirse con el vaginismo, a continuación, explicaremos las claves para saber diferenciarlas…
Entre todas las disfunciones sexuales de la mujer, la dispareunia es la tercera causa de consulta al ginecólogo afectando alrededor del 16% de mujeres en la población general, según los especialistas. La dispareunia es el término utilizado para referirse al “coito dificultoso o mal coito” las mujeres que lo padecen refieren dolor genital persistente e intenso malestar. Pongamos el ejemplo de una paciente que acude al ginecólogo:
“La última exploración fue muy desagradable según refiere. Relata la experiencia como muy dolorosa (le practicaron una citología y una ecografía vaginal); la vivió como una violación, definiéndola como traumática. A partir de este episodio se deteriora y agrava la conducta problema, hasta el punto de que no pueden realizarle ninguna otra exploración. Aunque ha llegado a acudir a otras citas, ha impedido sin embargo que se le practicase cualquier tipo de prueba, evitando posteriormente acudir a las mismas de forma continuada”
En general, la mujer con dispareunia puede realizar el coito, aunque este suponga dolor o molestia. No obstante, el resultado es insatisfactorio y tiende a ser evitado. También es característico tener dificultades de excitación y muchas no alcanzan el orgasmo.
Cabe destacar que las mujeres con dispareunia son capaces generalmente de introducirse un tampón y de aceptar la exploración ginecológica. Por tanto, estas manifestaciones serán clave para diferenciar la dispareunia del vaginismo.
Posibles causas de estas disfunciones sexuales femeninas
En general, para ambas disfunciones, el origen del problema se puede atribuir tanto a causas orgánicas como a causas emocionales, psicológicas o socioculturales.
-Causas emocionales, psicológicas o socioculturales:
Factores relacionados con una educación sexual nula, estricta o muy rígida.
El desconocimiento sexual y la falta de información.
Las implicaciones que conlleva poseer ideas erróneas y mitos sobre la sexualidad.
Angustia, nerviosismo, ansiedad y estrés.
Tener una imagen negativa del propio cuerpo y baja autoestima.
Temores o fobias relacionadas con el coito.
Problemas de pareja.
Dificultades para ser asertivo a nivel sexual.
Experiencias traumáticas o negativas en las relaciones sexuales.
Presión de rendimiento o miedo al fracaso.
Excesivo consumo de pornografía.
-Causas físicas u orgánicas: los factores físicos dependen de la localización del dolor, desde la parte más superficial de los genitales (la entrada de la vagina), hasta lo más profundo de los mismos:
Si el dolor proviene de la zona superficial la causa puede deberse a procesos infecciosos o inflamatorios, reacciones de sequedad vaginal causadas por reacciones adversas a anticonceptivos orales o cicatrices post-operatorias.
Si el dolor se localiza en la parte más profunda de los genitales, la etiología podría ser una endometriosis, quistes ováricos, tumoraciones etc.
Otras posibles causas son la falta de lubricación vaginal y los síntomas derivados de la menopausia.
Nuevas clasificaciones internacionales…
Clásicamente se han utilizado los términos anteriormente mencionados: vaginismo y dispareunia para referirse a las dificultades sexuales debidas a la contracción y el dolor, respectivamente. Sin embargo, la nueva clasificación incluida en el Manual DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorder) ha decidido agrupar ambas disfunciones sexuales en una única categoría superior denominada trastorno por penetración/ dolor genito-pélvico; debido a la dificultad que se ha presentado para discernir entre ambas patologías, presentando una fenomenología similar y compartiendo la gran mayoría de criterios diagnósticos.
Independientemente de cómo llamemos a estas disfunciones relacionadas con la dificultad o imposibilidad de realizar el coito, si tienden más a un polo u otro, es importante conocer qué ocurre en estas personas, de dónde viene el problema y cómo solucionarlo.
¿Es para toda la vida o tiene solución?
La mayoría de casos de vaginismo y dispareunia se pueden solucionar mediante el seguimiento de un tratamiento adecuado. Destacan las técnicas relacionadas con el tratamiento clásico de Master and Johnson (pioneros de la investigación sexual), la utilización de mindfulness, técnicas de relajación y solucionar los posibles problemas de pareja, entre otras.
El tratamiento ha de ir enfocado a la experiencia de cada mujer, es decir, desde la vivencia y el aprendizaje concretos de esa mujer en particular. Por ello, resulta de gran relevancia realizar una recogida de datos que incluya cualquier factor personal y emocional que pueda estar repercutiendo en el desarrollo del problema.
Algunos consejos para mejorar la calidad en las relaciones sexuales…
Aprende a comunicar con tu pareja lo que te gusta, lo que prefieres en las relaciones sexuales para que ambos podáis disfrutar de estas.
Preocúpate por disfrutar de la relación más que por dar la talla, satisfacer o “estar a la altura”.
Expresa si sientes dolor y si algo no va bien, no intentes forzar la situación por miedo o vergüenza.
Relájate, práctica algunas meditaciones o técnicas de relajación de forma regular.
Haz algún deporte para mejorar tu salud cardiovascular.
Realiza exploraciones ginecológicas regulares para tener en cuenta los factores orgánicos que pueden estar influyendo.
Si no crees que puedas solucionar el problema y estás sufriendo por ello, es recomendable consultar a un profesional de la sexología para que te asesore sobre cómo resolver tus dificultades a la hora de mantener relaciones sexuales.
Marta Carrión Sánchez
Alejandro Villena Moya
Grupo de Trabajo e Investigación en Sexualidad
Consulta Dr. Carlos Chiclana.
Referencias:
Vaginismo y coito doloroso. Tratamiento y solución (Gloria Arancibia Clavel)
Cisternas Gasset, M. (2015). Sexualidad y cuerpo en relatos de mujeres con vaginismo.