Artículo publicado por el doctor Carlos Chiclana para el confidencial digital.
Sesión de psicoterapia con un universitario de excelentes notas. Una del mediodía. ¿Dime qué sensaciones corporales has tenido desde que te has levantado? Dos minutos de silencio, ¿pensando?. Únicamente fue capaz de decir con voz insegura: “¿calor?”.
Empecé a pensar en el desconocimiento del cuerpo. Nunca hemos sido tan sensoriales y nunca hemos estado tan “descorporalizados”, tan desconectados de nuestro yo corporal. Bienvenida sea la moda de la meditación, el pilates y el yoga. Al menos conectaremos con el cuerpo.
Me distraje de la sesión, con un nudo en el estómago, se me fue la imaginación al reciente verano…Esta mañana he visto tu cuerpo en la playa. Y eras tú. Volví a quedarme asombrado ¿Es posible que existan personas así? Ya les gustaría a muchas saber lo que sabe tu piel.
No es que yo que te mire con ojos especiales, es que los cuerpos gritan. Ojos de artista, ojos de persona. Quizá sean los reflejos del mar o la luz especial de este día de verano, pero parece que llevo gafas para ver personas-cuerpos.
¡Ver tu cuerpo me activa tantas memorias! Incluso sus rastros te hacen presente en mi: olores, formas en los cojines aplastados del sillón, arrugas en las sábanas de la cama. Cuando no estás, el volumen de la ausencia es percibido de alguna manera. Ahora te veo y vuelvo a caer en la cuenta que no es lo mismo hablar por skype que estar juntos y poder tocarte.
Tu cuerpo me hablaba de ti: campo de batalla, donde se han inscrito tus historias individuales y personales. El cuerpo mantiene tantos secretos. Cuerpo archivo donde encontrar respuestas, soluciones, ideas, proyectos, referencias.
Esta mañana he visto tu cuerpo y eras tú. Real y verdadero. No como en los reportajes o películas en que se aprecian cuerpos en los que el sujeto está ausente y es el espectador el que lo inventa y proyecta sobre él sus fantasías, intereses, deseos o necesidades. El actor sabe que actúa. El espectador se cree lo que inventa.
Me gusta cuando callas porque habla tu cuerpo, hablas tú. Me confirma a tu persona. Cuando alguien maltrata a un cuerpo -pega, hiere, abusa- no nos cabe duda de que está maltratando a una persona.
Sin embargo cuando se expone un cuerpo nos entra la duda de si se está exponiendo la persona o es sin más una actividad cualquiera que no tiene más repercusión.
Desnudos de verano: playas, piscinas, periódicos. Nos parece normal, quizá lo sea. Según sea el color del cristal con que se mira. Gafas para ver personas en las cuerpos.
Por eso quiero tratar mi cuerpo, tu cuerpo, como un sujeto que sostiene la identidad y la esencia de lo que allí se expresa. Entiendo que no dejes que cualquiera te toque, ni siquiera con los ojos. Quita tus puercos ojos de mis sueños, de mi vida, de mi memoria, de mi historia.
Cuando me encuentre contigo, cuerpo a cuerpo, volveré a sentir que la vida es para los que la viven. Que los cuerpos hacen libres cuando la persona está presente. Cuerpo de Cristo, me dijeron en la Primera Comunión. Amén.
Me levanté con el paciente e hicimos un ejercicio de grounding. Al menos una toma de tierra a través del peso de su cuerpo. Se fue pensativo, más sensitivo. Comulgando con su propio cuerpo.