El doctor Carlos Chiclana colabora con Marian Benito en este artículo para la Razón.
El Estigma de esta enfermedad «humillante» mantiene a Pablo y Nando en permanente conflicto con sus valores morales.
El dolor por la muerte de mi madre desató en mí una conducta compulsiva que se manifestaba en el consumo irreflexivo de alcohol, tabaco, infidelidades continuas y una búsqueda enloquecida de sexo en internet, masturbación pertinaz y experiencias con prostitutas. De repente, un día me llegó un olor nauseabundo, mezcla de alcohol y efluvios de puticlub, y sentí pavor. Era un hedor a tumba fría que por fin me hizo reaccionar. Comprendí que necesitaba ayuda, que mi deseo sexual, siempre inagotable, era anómalo y que esa sexualidad insaciable era solo un síntoma, la respuesta a una vida de sufrimiento y muchas carencias emocionales, la búsqueda desesperada de una afectividad que nunca encuentras».
Las palabras de Pablo inician la crónica de una adicción tan amarga como cualquier otra, la del sexo. Y si no fuera porque recaló, hace seis años, en el grupo de ayuda de Adictos Sexuales Anónimos (saaespaña.com), su vida sería una verdadera tortura. Hoy, sin embargo, dice haber logrado ese estado de sobriedad que le permite practicar el paso 12 de su programa de rehabilitación, similar al que siguen Alcohólicos Anónimos: ayudar a otras personas a salir de ese fango en el que te hunde una existencia dedicada casi exclusivamente al sexo...haz click aquí para seguir leyendo.
cada casi exclusivamente al sexo.