Con motivo del Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, que se celebra el día 4 de noviembre, la alumna de prácticas Raquel López Hernández (de la Universidad Francisco de Vitoria) escribe este artículo para el blog de la Consulta, en el que nos habla sobre una forma de violencia concreta en la edad escolar: el Ciberacoso.
Como todos sabemos, las redes sociales son herramientas necesarias para movernos en la actualidad, en un mundo como el nuestro. Han aportado muchos beneficios a distintas áreas, como en la comunicación, pero, sin embargo, también han resultado ser muy perjudiciales, por ejemplo, en los jóvenes.
Nuestros hijos o alumnos viven en un contexto de ciber-comunicación en el que los límites no están definidos. Esto es un peligro ya que se puede dar un uso problemático, caracterizado por el exceso o por el mal uso de estas. Este último es el que tiene que ver con el ciberacoso o ciberbullying, una de las consecuencias negativas que ha traído las redes sociales (Arab & Díaz, 2015).
En concreto, el ciberacoso es un tipo de acoso que emplea las nuevas tecnologías como Internet, los teléfonos móviles o las redes sociales para ejercerlo (Cowie, 2013). Los acosadores ven una vía privada de actuación en estas tecnologías ya que, en la mayoría de los casos, están fuera del alcance de profesores o padres (Arab & Díaz, 2015). Además, el incompleto desarrollo cerebral del adolescente y, sobre todo, el anonimato que ofrecen estos medios favorecen el distanciamiento afectivo y la disminución de la empatía en los acosadores (Arab & Díaz, 2015).
Otro de los puntos más importantes y que más daño puede hacer, es el desequilibrio de poder entre el acosador y la víctima. Generalmente, es el intimidador el que presenta mayor nivel de conocimiento sobre las nuevas tecnologías, frente a la indefensión de la víctima (Perren et al., 2012).
En cuanto a las consecuencias sobre la víctima, a diferencia de las generadas por el bullying presencial, como el aislamiento social, la disminución de la autoestima o el bajo rendimiento escolar (Ortega & González, 2016), en el ciberacoso, el sentimiento de vergüenza es más fuerte debido a que el acoso puede ser presenciado por un número mayor de personas (y no solo por el círculo inmediato), según Cowie (2013).
Por otro lado, también se debe focalizar la atención en el acosador, ya que, según Cowie (2013), el acoso es consecuencia de antecedentes propios como un acoso pasado. Además, estos pueden llegar a desarrollar adicciones a sustancias.
¿Qué se puede hacer para prevenir o detectar esta problemática?
Ortega-Barón et al. (2016) corroboran como factores protectores en el mundo virtual el papel de la familia y del colegio. Ellos recogen la importancia de crear un sentido de seguridad y conexión emocional con el adulto. Estaríamos hablando entonces de la importancia de crear relaciones de calidad con el adolescente. Por otro lado, la buena relación y el apoyo entre pares puede ser también un factor de protección muy grande (Cowie, 2013).
A continuación, se recogen algunas indicaciones beneficiosas y concretas, enfocadas a los adultos, para intervenir y prevenir (Arab & Díaz, 2015):
Constante supervisión por parte de los adultos, más aún cuando los menores utilicen dispositivos tecnológicos.
Trabajo del entendimiento de lo que se puede hacer y decir o no en Internet.
Diálogo sobre posibles peligros en relación a la información que se publica o expone (puede ser mal utilizada por terceros).
Diálogo sobre el peligro de guardar información, imágenes… que sean comprometidas.
Consistencia en las consecuencias si alguna norma relacionada al mal uso de las redes sociales o dispositivos se rompe (perder la conectividad es uno de los grandes miedos).
Constante alerta a las variaciones significativas que se produzcan en el comportamiento de los jóvenes (a nivel físico, cognitivo, emocional y social).
En conclusión, no debemos olvidar que las nuevas tecnologías están creadas para ayudarnos. Con un buen uso, las redes sociales traen grandes beneficios; sin embargo, para lograrlos, se deben poner límites y normas. Hace falta entender cómo se puede realizar ese uso adecuado, útil y beneficioso de las mismas.
Referencias
Arab, L. E., & Díaz, G. A. (2015). Impacto de las redes sociales e internet en la adolescencia: aspectos positivos y negativos. Revista Médica Clínica Las Condes, 26(1), 7-13.
Cowie, H. (2013). El impacto emocional y las consecuencias del ciberacoso. Revista digital de la Asociación CONVIVES, 3, 16-24.
Perren, S., Corcoran, L., Cowie, H., Dehue, F., Garcia, D., McGuckin, C., Smahel, D., Sevcikova, A., Tsatsou, P. &Vollink, T. (2012). Tackling cyberbullying: Review of empirical evidence regarding successful responses by students, parents and schools. International Journal of Conflict and Violence, 6(2): 283-293.
Ortega Reyes, J. I., & González Bañales, D. L. (2016). El ciberacoso y su relación con el rendimiento académico. Innovación educativa (México, DF), 16(71), 17-38.
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