La Dra. Gemma Mestre-Bach y el Dr. Carlos Chiclana publican este artículo para Ovehum (Observatorio de Valores y Educación en Humanidad) en el que explican cuáles son los factores asociados al consumo de pornografía en la adolescencia, las consecuencias de consumir pornografía y cuáles son las diferentes estrategias de intervención.
El uso de pornografía en los adolescentes ha aumentado exponencialmente en los últimos años, posiblemente debido a la llegada de los contenidos sexualmente explícitos online. Internet, según una de las teorías más aceptadas en el ámbito científico hasta el momento, la teoría de la triple A (Anonimato. Accesibilidad. Asequibilidad), permite un acceso especialmente sencillo a este tipo de contenidos, facilita la anonimidad del consumidor de pornografía y garantiza el acceso incluso gratuito a estos contenidos. Ello, sumado a la escasa regulación de las páginas web de pornografía, ha promovido que los menores puedan estar expuestos, ya sea voluntaria o involuntariamente, a estos contenidos sexualmente explícitos.
Al analizar el perfil de los menores consumidores de pornografía, el reciente informe de Save the Children, reportó que en España, un 53,8% de los adolescentes reconocía haber consumido pornografía por primera vez entre los 6 y los 12 años, mientras que el 46,2% restante lo había hecho entre los 13 y los 17 años. Además de la edad, resulta importante tener en cuenta el sexo, dado que se ha observado que los niños tienen una mayor tendencia a consumir pornografía, en comparación con las niñas. Sin embargo, en los últimos años se ha detectado también un aumento del consumo de pornografía en niñas.
¿Por qué unos adolescentes consumen pornografía y otros no?
Se ha sugerido que determinados factores podrían estar más asociados con el consumo de pornografía en adolescentes como el sexo masculino, una elevada impulsividad, una baja autoestima o bien una mayor tendencia a incumplir las normas.
¿Cuáles son las posibles consecuencias de consumir pornografía?
Algunos estudios han observado que el consumo de pornografía en adolescentes podría estar asociado a sintomatología ansiosa y depresiva, consumo de alcohol y otras sustancias o bien a desarrollar una adicción a la pornografía, entre otros.
Aunque aún es un tema de debate que genera cierta controversia, cada vez hay más evidencia sobre la existencia de una posible adicción a la pornografía. Se ha sugerido que existen conductas, como el juego, las compras o, en este caso, el uso de pornografía, que podrían llegar a ser adictivas, y que presentan muchas similitudes con la adicción a las drogas.
Algunas de las similitudes entre el uso problemático de pornografía y la adicción a las drogas son las siguientes:
Deseo y falta de control sobre la conducta: el adolescente presentaría muchas dificultades para detener el uso de pornografía y referiría un deseo irrefrenable por ver contenidos sexualmente explícitos.
Tolerancia: el adolescente necesitaría cada vez más consumo de pornografía o bien consumir cada vez contenidos sexuales más extremos o más sofisticados para sentirse igual de excitado que cuando empezó a consumir pornografía.
Interferencia en distintos contextos vitales: el uso de pornografía generaría en el adolescente una interferencia en su día a día. Por ejemplo, mediante conflictos interpersonales, un empeoramiento del rendimiento escolar, menos horas de sueño, etc.
Uso a pesar del daño: aunque experimenta las consecuencias negativas sigue consumiendo pornografía.
¿Qué hacer ante el uso de pornografía adolescente?
Se han sugerido distintas estrategias de intervención:
• En el caso de las familias, promover el uso de internet en espacios compartidos del hogar, para poder llevar a cabo cierta supervisión de los contenidos online a los que los menores pueden estar expuestos. Disponer de un software de control parental podría ser también una buena opción, dado que se ha observado que es una herramienta eficaz de prevención del uso de pornografía en adolescentes. Además, se ha propuesto que se limite el uso de internet a unas 2 horas diarias y que los progenitores sean conscientes de sus propias búsquedas online, para evitar la exposición involuntaria de los menores a contenidos sexualmente explícitos.
• En el caso de los pediatras/médicos, se ha propuesto que evalúen el uso de pornografía de los adolescentes a partir de los 12 años. En caso de que haya sospecha de un posible uso problemático de pornografía por parte del adolescente, habría que explorar en profundidad la frecuencia de consumo y la interferencia generada por la pornografía y derivar a salud mental.
• Formación y educación sexual, emocional y afectivo-relacional: es la mejor herramienta de prevención.
PUNTOS CLAVE
No todos los adolescentes consumen pornografía, ni todos lo hacen con la misma frecuencia.
El consumo de pornografía se asocia a distintos factores, como la edad, el sexo, o los niveles de impulsividad.
El consumo de pornografía puede ir asociado a consecuencias negativas para los adolescentes, de entre las que destaca el uso problemático de pornografía, también conocido como la adicción a la pornografía.
Resulta esencial que tanto los familiares como los profesionales sanitarios lleven a cabo estrategias de intervención eficaces en caso de que haya sospechas de adicción a la pornografía.